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viernes, 1 de enero de 2016

Ginna

Delineador para las cejas y los ojos
labios aumentados con lápiz rojo
contorno para la gruesa mandíbula
y una gargantilla sobre la clavícula

Los tirantes sobre los anchos hombros
del vestido brillante, violeta y corto.
Apenas alcanza las fuertes piernas
tal atuendo de noche y fiesta

Los tacones están a la altura
de su fortaleza y su manicura.
Queda radiante y con aire de diva
sale en la noche, quizá a la deriva

Antes de irse, se mira al espejo
se bendice mirando el reflejo
“Que Dios me guarde y ampare”
dice disfrazada una voz grave

A dos cuadras de la disco de moda
por el andén en que su figura asoma
un hombre se cierra la bragueta
la mira, maldice, los puños aprieta

Corre a esperarla en la esquina.
En silencio, sorprende a Ginna.
Dice algo sobre civismo y moral
ahoga el grito y entierra el puñal

Dos policías que rondan la calle
observan todo el suceso en detalle.
Como a manera de fútbol, comentan
se ríen y siguen la ronda sin pena

A Ginna nadie la espera en casa
por la cuadra ni preguntan qué pasa
¿Cuántas Ginnas en mi ciudad?
¿Cuántas memorias las querrán albergar?