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miércoles, 26 de junio de 2013

Detrás del Arco Iris

“Me inspiré en varios sucesos. Cada color me recuerda algo. El rosado me recuerda el vestido de quinceañera que llevaba Dayana el día de sus 15 años, el mismo día en que mataron a su papá. Un hombre con una pañoleta en la cara llegó a la fiesta disparando, hirió a varias personas antes de dar con su blanco: el papá de Dayana. Nunca entendí por qué pasó eso, pero la fiesta se dañó completamente.

“El amarillo por ejemplo, me recuerda un vestido amarillo hermoso que tenía mi mamá: era de tirantes, tenía un bolero al final y era ajustado a la cintura. Se veía hermosa con ese vestido amarillo hermoso. Ella tenía ese vestido la vez en que mi padrastro llegó a la casa tarde en la noche y estaba ebrio. Él empezó a besar a mi mamá y a acariciarla, pero ella no quería. Luego estaban los dos en la cama, en lo que parecía una pelea, el hacía como un perro cansado y ella lloraba.

“Verde fue el color del uniforme que mi hermano llevaba puesto cuando lo mataron. Las balas le destrozaron el pecho. También tenía la cara pintada de verde ese día. Y el azul fue el color del agua de la piscina donde Juancho y Pablo ahogaron al Mono, el perro que mantenía por la cuadra, cuando estábamos pequeños. Ellos decían que fue accidentalmente. No entendí por qué dijeron eso, yo vi cómo se reían mientras hundían en el agua a la pobre criatura que movía sus patas con desesperación.

“Rojo, como el pajarito que a veces cantaba en el tejado de mi casa en la mañana. El pajarito llegaba a cantar alrededor de las 5 de la mañana. Mi mamá se levantaba histérica. Le gritaba al pajarito y le tiraba cosas hasta que se iba. Quizás el trabajo de mi mamá era muy agotador, era de noche, llegaba en la madrugada, dormía poco y siempre se levantaba de mal genio. Yo ya estaba acostumbrado a eso. Pero cuando el pajarito cantaba, ella me daba miedo. Le daba mucha rabia que la despertara. Yo a veces me escondía. Sus gritos demostraban su ira. Sus movimientos parecían ajenos a ella.

“Violeta, era el color con el que rayaba el rincón del cuarto de mi mamá donde me escondía cuando estaba cansado de que me insultaran por ser callado y reservado. El violeta me calmaba. Y el anaranjado me hace recordar a doña Jacqueline. En su último cumpleaños le hicieron una fiesta muy linda y le llevaron mariachis. Todo iba perfecto hasta que llegaron las flores. Yo vi cuando las llevaban, eran unas flores anaranjadas muy bellas. Se veían muy frescas y parecían muy frágiles porque las llevaban con mucho cuidado. Cuando doña Jacqueline las recibió, el señor que las entregó salió corriendo. En segundos se escuchó una explosión. Las flores tenían una bomba. La casa ardía en llamas anaranjadas.”

-¿Señor Narváez? –dijo el periodista extrayendo al pintor de sus pensamientos.
-Perdón, me distraje. ¿Me repite la pregunta?
-Claro, señor, ¿en qué se inspiró para hacer esta pintura?
-Ah sí, me inspiré en lo simple de la vida. En esas cosas bellas que a veces nos olvidamos de percibir porque perdemos la capacidad de asombro.
-Es un arco iris bellísimo. Esta pintura transmite emociones hermosas– interrumpió una de las fans del pintor que asistían a la rueda de prensa.
El pintor la miró fijamente y le respondió: Gracias, ese era el propósito.

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